sábado, 16 de noviembre de 2019

Luminosas mañanas de Año Nuevo en La Habana

Revisando mis escritos: Si tienes tiempo de leer, quiero compartir con Uds. un pedazo de un capítulo -sin editar- de mi libro de recuerdos - el que quiero publicar en 2020.



“Luminosas mañanas de Año Nuevo en La Habana”

No se por qué es tan nítido y exacto -pero cuando recuerdo los días de frío en La Habana, es la de un gentil 'invierno' cubano -que aparecía de vez en cuando en estos meses de Enero, Febrero, etc. Y la imagen que tengo grabada es de mañanas frías como si una escarcha muy suave nos cubriera --y el sol comenzara a derretirla muy, muy lentamente.

Había algo 'crisp' (palabra que en inglés define tan bien el frío de ciertas mañanas)y sutilmente frío en el aire -y eso nos permitía llevar pulóveres y faldas de lana, y hasta chaquetas tipo 'blazers´-, aunque nunca llegaba a la necesidad de llevar abrigo, bufandas, o sombreros y guantes.

Una mañana de Año Nuevo me viene a la mente con enorme claridad. Recién cumplidos los 15 años y vistiendo una falda recta de lana azúl marino y un juego de suéteres de Ban-Lon rosa pálido, acompañados del collar de perlas, anudadas de mayor a menor, como era lo 'fino' llevar. El Ban-Lon era bastante feo y un tejido al que se enganchaba todo y se le salían los hilos. Y aquella mañana eso mismo me pasó, cuando mi pulsera de 15, de oro y perlas ('comme il faut' en aquellos años)se enganchó al tejido rosado. Pero como estaba tan de moda, pues había que usarlo. En Cuba se seguía la moda a pies juntillas -- y a mi esto me encantaba.

Día de Año Nuevo...Visita a mi abuela...Misa...Almuerzo familiar en el Miramar Yacht Club o en El Carmelo...Cine en las tardes con las amigas...Rutina muy predecible y serena, siempre parecida, que sin embargo me encantaba porque le daba orden a mi vida, siempre caótica por los problemas matrimoniales entre mi madre y mi padre, que en aquellos años marcaron mucho, y con tristeza, la vida mía y de mi hermano León.

Es curioso, pero fue en el exilio, 10 años más tarde, que mis padres tuvieron una segunda oportunidad de ser un matrimonio y de ofrecernos a mi hermano, a mi hija y a mi "una familia". Papi mismo me lo decía muy agradecido..."Dios me ha dado la oportunidad de poder ser al fin un buen padre y un buen esposo"...¡Qué suerte tuvimos de poder pasar esos muchos años de nueva felicidad con nuestros padres! Mi papá, de ser un hombre 'wild', y el eterno rebelde, se había convertido en un hombre en paz, feliz con su familia ¡y hasta casi ´conservador'!

Y mami, aunque nunca llegó a recuperar la alegría de vivir que tenía cuando vivía en Cuba -y tenía a su alrededor a sus hermanos y sobrinos y su hogar- al menos pudo disfrutar en relativa paz el volver a vivir con papi en New York --y hacerlo con cierta comodidad material y dedicada 100% a él, a sus hijos y a Mari-Claudia su nieta que adoraba. La vida es tan curiosa e impredecible. La más tortuosa e imaginativa de las novelas. Un camino de transformaciones que nunca podemos planear, ni imaginar.

Cada año que pasa acumulo nuevos recuerdos, pero pocos se acercan a las mañanas blancas, resplandecientes y muy luminosas que llegaban con aquellos suaves fríos de La Habana.
Y ahora - mirando hacia atrás- pienso que todo fue un mirage...